Crónicas de la final por el Apertura 2018
La serie final pasada entre los equipos capitalinos Cruz Azul y América para definir al campeón del torneo Apertura 2018 de México terminó por ser la peor final en la historia del futbol mexicano, o quizás una de las peores.
Fue una serie donde se ausentó (cabalmente) el buen futbol, justo donde los “supuestos” mejores equipos del torneo mexicano durante este Apertura 2018, el 1 y el 2 (Cruz Azul y América respectivamente) debieron demostrar el máximo de sus condiciones técnicas, físicas y táctico-estratégicas, pero no fue así jamás; esta fue una serie donde fallaron los argumentos tácticos en pro de defender el buen espectáculo, más bien nunca hubo espectáculo; fue una serie donde se ausentaron las ganas por soltar toda la disposición institucional de cada equipo para ganar bien y entregando un espectáculo de absoluto primer nivel, como equipos grandes que supuestamente son; desaprovecharon la oportunidad de poder pasar a ser la final más épica en la historia del futbol mexicano y la dejaron como una serie que luego de dos o tres días irá olvidándose de las memorias de millones de aficionados mexicanos (algo recomendado por salud mental por cierto).
Esta ausencia de buen futbol pasó más por el miedo, la apatía, la ansiedad, la timidez y la poca disposición de Cruz Azul que de América. Cruz Azul jugó una final como equipo chico, ratonero, y mediocre. Esto conllevó que el 80% de las causas de tan mal futbol se dieran sobre los 180 minutos en los dos partidos en el Estadio Azteca. Cruz Azul es el gran responsable. Cruz Azul echó a perder todo lo extremadamente bien hecho durante el torneo. Cruz Azul traicionó su genética de certamen, y toda su voluntad y su nueva filosofía institucional.
Todo lo relacionado a buen futbol quedó a deber, y más bien nunca esto nunca existió. Si hubo algo pues fue poco, de reducida calidad, y de muy poca repercusión, y ese algo sin duda perteneció al que hoy es el campeón justo, el más merecedor, el que buscó más y mostró el sello de la grandeza y la gloria, el equipo de las Águilas del América.
Cruz Azul se ausentó durante la final. No metió las manos, no peleó, no supo ser grande, quiso mostrar una vez más que se ha postrado entre la medianía y el ser un equipo chico, no quiso romper con su malaria de 42 torneos sin ser campeón de liga (21 años cabales), no quiso pasar a la historia con el doblete (por su reciente obtención del torneo de Copa Apertura 2018); tampoco quiso arrebatarle la cancha del Estadio Azteca al América, no quiso ser superior.
En todo caso Cruz Azul jugó la final como lo que es hoy, un equipo de mediano a chico, más bien chico, miedoso, tímido, nervioso, sin ideas pero en plena reconstrucción institucional (algo más que necesario, urgente y bueno). El América con muy poco le asentó la peor de sus cachetadas a uno de sus hijos rotundos como es la máquina cementera.
Hoy Cruz Azul es un cabal hijo, hijo absoluto, de su padre el América. Hoy, no tengo problema en reconocerlo, Cruz Azul mira hacia arriba al América. El América es inmensamente superior al Cruz Azul, es inmensamente más grande, y sobre todo como equipo reivindica más lenguaje institucional que la máquina cementera. América es muchísimo más que Cruz Azul en todos sentidos, reitero es su padre absoluto.
La cancha del Estadio Azteca es una pena por su pasto (tomando en cuenta que muchos años atrás fue considerada la mejor cancha del futbol mundial de acuerdo a la FIFA, además de que fue sede de dos finales de la Copa del Mundo); la cancha en estos momentos se ve toda verde, pero es una cancha frágil, donde vota mucho la pelota, y que además no ayuda a mantener estable a la misma con su movilidad natural. Algo deberán hacer no tanto por los eventos deportivos y artísticos de cara al futuro, sino por el Cruz Azul y el América, pensando también en el futuro del ya venidero Torneo clausura 2019 tanto en Liga Mx como en Copa Mx.
Cruz Azul cerró la serie administrativamente como local, tomando en cuenta que el Estadio Azteca hoy se comparte entre la máquina cementera y el América, sin embargo, América fue local siempre; América le demostró a Cruz Azul aunado a lo que la máquina hizo en el Azteca en esta final particularmente que es un simple huésped, un invitado más, mas no dueño del máximo templo del futbol del continente americano.
Hoy el América es el rotundo dueño del Estadio Azteca, mientras Cruz Azul es huésped, paga renta y pronto deberá construir su propia casa. El Cruz Azul es un simple inquilino del Coloso de Santa Úrsula, muy miedoso por cierto. Hoy no está a la altura del Estadio Azteca, mientras que el América roza lo más alto de su casa, de su histórico y mítico inmueble de la Calzada de Tlalpan, al Sur de la Ciudad de México.
Sostengo que los Tigres tienen todo para posicionarse como el tercer equipo más grande de México y superar a los capitalinos Cruz Azul y Pumas. Hoy estos dos equipos “chilangos” no están a la altura, por jerarquía, futbol, y lenguaje institucional, aun haciendo bien las cosas como lo fue durante este Torneo Apertura 2018 tanto de los equipos del norte en la Ciudad de Monterrey como del Club América.
Sostengo que los Tigres saben que es inalcanzable la grandeza y el fenómeno de masas del América y del Guadalajara. Es posible superar a Cruz Azul y Pumas, de eso ni duda cabe.
La grandeza cabal del América, inmensamente grande
El América ha dejado patente su paternidad sobre los equipos capitalinos y del centro del país en esta liguilla del Torneo Apertura 2018. Eliminó al Deportivo Toluca con muchos riesgos (la Ciudad de Toluca está a 55 kilómetros de la Ciudad de México), eliminó, despareció y aplastó a la Universidad Nacional (los Pumas), y le volvió a ganar una final más a su hijo Cruz Azul. Volvió a superar a Cruz Azul como casi siempre lo hace. Volvió a ridiculizar a Cruz Azul, reitero como casi siempre lo hace. Insisto hoy el América es papá rotundo de Cruz Azul y podríamos anexar cabalmente a los Pumas de la Universidad (estos últimos incluso en el nivel de hijo-nieto; muy diminutos se ven los Pumas junto al América en la actualidad).
El América sabe que en sus rivales de la Ciudad de México tiene a sus dos hijos consentidos, hijos completos, absolutos hijos. Los toma de la mano, les da caramelos, los reprime, los regaña e incluso los consiente.
Cruz Azul perdió una final más, extendió su agonía sin títulos y su mote de “Cruzazulear”, en alusión a su constante derrota en series finales. Cruz Azul construye sus propios méritos para diluirse y hacerse cada vez más chico. América agigantó su grandeza, exhortó aún más a hacer patente su clásica frase que engrandece su espíritu de soberbia, de equipo infinitamente grande y de referente internacional desde México al nivel del Boca Junios, del River Plate, del FC Barcelona, la Juventus, del Real Madrid o del Manchester United y del Liverpool: el famoso lema del “ódiame más”.
El América es un equipo modelo del futbol mundial desde México. Tiene una buena cantera, contrata buenos extranjeros, tiene un técnico extraordinario del que hablaremos más adelante, es constante y regular, siempre pelea puestos altos en tabla jornada a jornada y liguillas, tiene genética de campeón, viste como equipo grande con una merca deportiva gigante a la altura del prestigio institucional de la águilas, entrena con los mejores estándares técnicos, físico atléticos, tácticos, de gimnasio, de nutrición, tiene buenas instalaciones y buen roster de acompañamiento administrativo y médico. El América posee un brazo financiero adecuado a sus necesidades y está siempre disponible.
Emilio Azcárraga, Televisa y el Club América, sin hablar hacia fuera (de la injerencia de esta televisora en el futbol mexicano donde hay cosas regresivas, de mal pasaje para el futbol nacional, lo sostengo de forma responsable y en la prensa lo he dejado en claro mi posicionamiento), enseñan hacia adentro (sólo respecto al Club América y nada más) como se maneja un equipo grande, bastante grande, enormemente grande. Este es felizmente el Club América de todo México, y desde luego de la Capital del país.
El América, grande de grandes
El América es el más ganador del Torneo Concacaf Champions league con 7 preseas; junto al León y al Puebla es el máximo ganador de la Copa Mx con 5 preseas; y con este Torneo Apertura 2018, su Liga número 13, se convierte en el más ganador de la Liga. Por ende en términos de títulos es el más grande, así de simple. Encabeza todo.
Hace dos años, en agosto de 2016, en un texto que personalmente publiqué en la Revista semanal digital de Reversos con el nombre de “Guadalajara y América: lo más grandes de México”, para mirar el texto seguir este hipervínculo: (http://reversos.mx/guadalajara-america-los-mas-grandes-mexico/), sostenía que Chivas estaba por encima del América en grandeza desde muchos pilares explicativos. Hoy cambio mi enfoque, asumo que el América sencillamente es el más grande de todos. Este equipo es ya un referente del futbol mundial, no solo de México.
Supera con una liga al Guadalajara (12), 3 ligas al Toluca (10), 5 ligas al Cruz Azul (8), 6 ligas a Pumas (7) y León (7), y 7 ligas al Pachuca (6), Santos Laguna (6) y Tigres de la UANL (6). El América es el más grande de los grandes, no cabe la duda. El América hoy mira hacia abajo a todo el futbol mexicano. El gran padre del futbol nacional se llama Club América, así de simple y sencillo.
El odio hacia el América engrandece al América. Toda esa energía negativa, tóxica, de quienes lo odian en lugar de perjudicarlo le dotan de energía positiva, que lo conduce al éxito, a la grandeza, a la majestuosidad. El América se blinda y se fortalece. El América es doblemente reforzado por toda la confabulación negativa y perversa que aficionados de 17 equipos restantes le desean. Muchos expertos en México creen que la inmensa mayoría de aficionados en México aman a su equipo y odian al América, es decir el América para casi nadie es indiferente. Al América lo hacen todos cada vez más grande. El América le importa a un 95% de la afición del futbol en México.
El América como nadie sabe cómo jugar finales, y aunque las pierda, su genética histórica demuestra que su grandeza le da para morir y ser superado como grande, como equipo que batalla, muerde y lucha hasta el final. El América derrocha grandeza por doquier. Para superar al América hay que matarlo hasta el final, y verlo morir como grande, como gigante. Le duela a quien le duela.
El América es el club más regular del futbol mexicano; mantiene una estabilidad deportiva impresionante con un número permanente de puntos por temporada, clasificaciones a fases finales constantes, y buena estabilidad en temas porcentuales, generación de goles, de opciones ofensivas, de estabilidad defensiva, de recuperación de balones.
América genera figuras de su cantera, sin llegar a estar a los niveles de Pachuca, Xolos de Tijuana, Atlas, Guadalajara o Pumas, pero algo que caracteriza al América es que muchos de sus jugadores de casa se convierten en referentes, con amplias posibilidades de ser jugadores dignos en Europa (la máxima geografía del futbol mundial, donde se encuentra la élite absoluta). El América produce de poco a óptimo, pero de forma muy productiva y trascendental, pocas veces lo hace al vapor, a lo industrial en serie. Prefiere hacerlo con cautela pero garantía alta.
Factor Miguel Herrera
No hay mejor entrenador para el Club América que no sea Miguel Herrera en la actualidad. Felizmente puedo decir que hay “Piojo” para rato en las águilas. El nacido en Tula, Hidalgo, México es quizás un perfil adecuado a la medida de la significancia popular, capitalina y nacional del América. Provocador, leal, despierto, inquieto, irreverente, atrevido, gallardo, hablador, similar con el tipo de barrio popular (sobre todo los barrios tradicionales de la Ciudad de México), aguerrido, pasional, reflexivo, expresivo, mediático y sobre todo, un gran entrenador, yo diría un señor entrenador. Miguel Herrera no sólo es un entrenador bueno para México, es también un referente del futbol mundial. Hoy no tengo ninguna duda en pensar que junto a Ricardo “Tuca” Ferretti es el mejor entrenador de futbol de primera línea en México.
La Ciudad de México y el país entero se desviven por el América
El Lunes 17 de diciembre de 2018 me encontraba al norte de la Ciudad de México, en la Alcaldía de Azcapotzalco, y en un trayecto de 3 kilómetros pude mirar a 167 personas con chamarras, playeras, bufandas, banderas, e incluso gorros del América. La fiesta continuaba en la Capital del país horas después de la obtención de la 13. Lo mismo pude corroborar por la tarde de ese día lunes cuando por labores personales me movilicé por zonas metropolitanas como la Colonia Del Valle, el Centro histórico y Polanco.
La Ciudad de México festeja ver a sus águilas campeonas, y lo hizo patente festejando el domingo 16 luego del campeonato número 13 en pleno Ángel de la Independencia con cientos de miles azulcremas felices, engrandecidos, contentos, mostrando ese orgullo cabal de ser parte del América. Este eco de resonancia se hace patente en la Capital del país por tener aquí su sede de local, pero este fenómeno americanista se repite en todo el país (Guadalajara, Monterrey, Puebla y Torreón incluidos). El América es un auténtico fenómeno de masas.