Leyendo noticias de fútbol llegué por casualidad a un artículo que me llamó poderosamente la atención desde el primer momento, al ser una de esas historias que suceden bien por azar o porque el destino lo quiso así, y que tras leer bastante documentación e indagar sobre el tema no pude por menos que dedicarle un artículo a tan increíble historia llena de superación.
¿Historia del fútbol o de la vida?
El mundo del fútbol da a veces historias que bien merecen unas palabras como mínimo para hacer mención de héroes anónimos o de personas que pudieron sobre- vivir gracias a su tenacidad, esfuerzo y ambición. El fútbol es el escenario, los vaivenes de su vida es la verdadera historia que merece recordar.
Ese es el caso de Bernhard Carl “Bert” Trautmann, de quien muy poca gente habrá oído hablar, entre los cuales se incluye un servidor.
Nació en Walle, una zona residencial de Bremen, el 22 de Octubre de 1923 y debido a la pobreza que sufría Alemania en aquellos momentos, a los diez años, se inscribió en las Juventudes Hitlerianas, movimiento de jóvenes en favor de los ideales del canciller alemán, Adolf Hitler. Usó este movimiento para encontrar una vida diferente a la que llevaba y así intentar salir de la pobreza. Para ello se presentó como voluntario de la Luftwaffe, fuerza aérea de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. Debido al trabajo realizado en las fuerzas aéreas en Rusia fue ascendido a sargento y condecorado varias veces incluso con la Cruz de Hierro.
Tras sobrevivir al ataque de Cleveris decidió regresar a Bremen donde los soldados que no tenían los permisos pertinentes para viajar fuera eran considerados desertores por lo que nuestro protagonista trató de no toparse con los soldados de ambos lados. Al final cayó prisionero. Fue encarcelado cerca de Ostende, en Bélgica y tras varios traslados de campos debido a su cada vez menor adoctrinamiento al régimen nazi, terminó su confinamiento en el campo de prisioneros de Ashton-in-Markerfield, Lancashire, cercano a las localidades de Saint Helens y Wigan.
En este campo se organizaban partidos de fútbol en los cuales Trautmann participaba y tras una lesión cuando era jugador de campo decidió intercambiar su posición con el portero Gunther Luhr y, desde ese momento el destino le llevó hasta donde conocemos.
Fue por el año 1948 cuando formó parte del equipo de la región, el Saint Helens Town, como portero. Tras grandes actuaciones, varios equipos de la liga inglesa se fijaron en él, pero fue el Manchester City quién decidió contratarlo para que supliera al mítico Frank Swift, el cual jugó 16 años con los citizens y con la selección de los Pros.
Debutó con el primer equipo del City el 19 de Noviembre de 1949 frente al Bolton Wanderers. Tras el paso de los días los aficionados se dieron cuenta de lo buen portero que era por lo que las protestas de los aficionados se redujeron, pero aún así eran numerosas. Esto le pasó factura a Trautmann en algunos de los primeros partidos, como en Diciembre de 1949 cuando encajó siete goles frente al Derby County.
El fichaje no fue bien recibido por los seguidores del City ni por los ingleses en general debido a que lo consideraban un enemigo el cual había formado parte de la Luftwaffe. Los socios llegaron a increpar al club con amago de boicot e incluso enviaron misivas a la entidad celeste en señal de protesta.
El rabino Altmann y Eric Westwood, compañeros del club mancuniano, le ayudaron en estos momentos de dificultad. El primero llegó a comentar que “no se puede culpar a una persona por lo sucedido en la guerra”.
Tras 15 años intentando cambiar la opinión de los hinchas ingleses sobre él, hubo un hecho que cambió el rumbo en su vida. Fue en la final de la FA Cup en 1956 ante el Birmingham. Tras un choque en un ataque del equipo rival sufrió un importante golpe en el cuello llegando incluso a perder el conocimiento, pero como no se podía hacer un nuevo cambio tuvo que seguir jugando bastante aturdido, aún así llegó a realizar importantes intervenciones. Gracias a esta valerosa acción se pudo conservar el resultado de 3-1 que le daría el título por lo que pasó de villano a héroe tras este partido.
Varios días más tarde tras la insistencia de un amigo en ir al hospital se confirmó que sufría importantes daños en las vértebras del cuello. Siete arduos meses fueron los que llevaron al portero hasta su recuperación total volviendo a jugar hasta su retirada en Abril del 64.
Comenzó pues su periplo nada exitoso como entrenador. Su máxima hazaña la consiguió como miembro del cuerpo técnico de la selección alemana en el Mundial celebrado en Inglaterra en 1966 jugando y perdiendo la final precisamente frente al combinado local.
Tras un período como seleccionador en varios países sin mucho éxito fue en 1988 cuando decidió retirarse del fútbol y viajó a España donde encontró la tranquilidad que no había tenido en su vida. Allí conoció a su tercera esposa, Marlis con la cuál vivió en Valencia. Creó una fundación para fomentar el espíritu y el coraje en el deporte.
Tras varios ataques al corazón sufridos en el último año de su vida, nuestro protagonista murió a los 89 años, el 19 de Julio del 2013, en el pequeño bungalow en el que vivía con su esposa.
Este es un artículo resumido sobre su interesante historia. En internet podréis tener mucha información de ella e incluso hay una película estrenada en Abril de este año en Inglaterra titulada The Keeper.
Os animo a que la leáis.