Es bien sabido que las mayores fiestas relacionadas con el fútbol (incluso con los deportes en general, además de las Olimpiadas), son, sin lugar a dudas, los mundiales de fútbol. Tienen su origen en Uruguay hace ya casi un siglo. Todo comenzó por allá en un lejano julio de 1930, transcurriendo sucesivamente como hasta ahora cada cuatro años. En aquellos tiempos se visualizaba cómo la Copa del Mundo parecía ser una genialidad, logrando impactar en cualquier sector de la población humana.
Desafortunadamente, lo que ocurrió en 1938 se veía venir, dada la tormenta violenta que propagó un malestar en la situación política, la misma se exacerbó en gran parte de Europa y barrió con fuerza las barreras del mundo deportivo.
Para la edición de Francia en 1938, la mayoría de países americanos se negaron a participar debido a desacuerdos con relación al lugar donde se realizaría. Los únicos dos países de esa parte del mundo que dieron el “sí” fueron Brasil (por sus ansias de hacerse notar como potencia futbolística e interesada en ser sede de la próxima edición) y Cuba como un invitado más de aquel año. Cabe destacar que para la selección argentina fue la primera vez que faltaba a un mundial en su historia.
A finales de la década de 1930, Europa estaba sumergida en una gran crisis política y un grande del futbol actual, como España se encontraba inmerso en una guerra civil desde julio de 1936. España no pudo ser parte de la Copa Mundial, por absurdas razones políticas. Además, la Alemania nazi anexionó Austria como territorio suyo, ocasionando su ausencia.
El título de la edición de 1938 fue conseguido por Italia, quien en un contexto político estaba ocasionando una versión de control totalitario en gran parte del continente.
Pero llegado 1942, la FIFA suspendió los encuentros debido a la II Guerra Mundial, tanto las selecciones de la Alemania nazi, Brasil y Argentina estaban dispuestas a presentarse para tal edición.
Luego de todos aquellos años de presión mundial y problemas en gran parte del mundo, algunas selecciones esperaban con ansias su convocatoria para la edición de 1946. Lamentablemente, para los deportistas en preparativos desde hace años, en aquella época también fue suspendida, no fue sino hasta 1950 que el mundo deportivo dio un giro total y la cita mundialista volvió a consolidar su fuerza, estableciendo el desarrollo de una nueva edición.
Brasil fue convocado como el país sede del Mundial, en aquella época, la selección “canarinha” era favorita para el título, debido a su plena posición, aspectos técnicos y estratégicos que, de alguna u otra forma, la elevaban por encima de las grandes selecciones europeas.
Brasil tenía una probabilidad de victoria descomunal, agitaba su dominio frente a las demás selecciones, con suficiente seguridad como para entender desde su mismo inicio que serían campeones. España había ganado la clasificación a la segunda ronda alejándose de una fuerte Inglaterra que no pudo avanzar. Sin embargo, fue derrotado por Brasil con un imponente marcador 6-1, para luego aplastar a Suecia 7-1 (quien terminó en tercera posición).
La alegría de la población debido a la posible victoria por parte de Brasil generó grandes fiestas alrededor del país, ya se vaticinaba que, al ser esta la primera copa que el equipo amarillo alzaría, la celebración duraría semanas.
Era 16 de julio de 1950, el partido se disputaría en el Estadio Maracaná (uno de los más grandes del mundo), cerca de 200.000 espectadores recibieron a las selecciones de Brasil y Uruguay. Antes de comenzar el partido, el técnico uruguayo, Juan López Fontana, le ordenó a su equipo jugar a la defensiva, para así evitar una derrota aplastante. Para Brasil estaba “fácil”, solo necesitaba una lograr un empate para alzarse con la victoria total, puesto que, era el último de los partidos entre los cuatro mejores equipos que se disputaban aquella tanda.
Brasil fue el primero en marcar, tal y como estaba pronosticado, pero el movimiento defensivo de Uruguay se impuso ante el ataque brasileño. Uruguay mostró un modo de juego nunca antes visto y logró empatar el partido. Faltando solo 10 minutos para el final, Uruguay marcó otro tanto.
Causó una fuerte decepción para los blancos en aquel entonces, quienes a partir de aquel momento cambiaron su indumentaria a verde con amarillo, pero fue un gran motivo de celebración; entre la emoción y ese acontecimiento inesperado, Uruguay alzó la Copa del Mundo, logrando la victoria más gloriosa y épica que haya sido vista jamás en la historia del fútbol.