Uno de los aspectos medulares en el futbol profesional es que a la vista de los espectadores es un espectáculo, que tiene como fin por cierto divertir, agradar y desde luego satisfacer los anhelos de los mismos ganando copas.
¿Por qué una idea tan elemental, como la vertida en el párrafo anterior, resalta un contexto particular tan trascendental?, primero, porque hoy en nuestro país vemos en la generalidad un futbol de resultados, de proyección ligeramente timorata y mezquina, donde las formas y los fondos se han diluido con el paso del tiempo para darle vida a los números y las meras estadísticas como aspecto esencial del juego de la pelota.
El futbol de primer nivel, visto como espectáculo a los ojos de la tribuna, debiera ser agradable, muy digerible, más vertical y más explosivo, con más llegadas a gol, con más y mejor generación de volumen ofensivo, de tal manera que las gargantas de los aficionados permanentemente se involucren en las redes de la pasión y la adrenalina por ver cercana la posibilidad de un gol desde la grada o mediante la tele, el streaming de internet o la radio.
En México, por citar un ejemplo, aquel Toluca imparable de la década pasada asombraba con un futbol dinámico, versátil, agradable pero sobre todo espectacular, aguerrido y ofensivo. Ante ese contexto era común saber el porqué de un gladiador del área como “Pepe” Cardozo con más de treinta goles en un campeonato, encausando una maquinaria perfectamente engranada para lacerar las porterías de los adversarios por parte de los Diablos Rojos.
El Atlas genial de Ricardo Lavolpe con los Osornos, los Zepedas y los Juan Pablo Rodríguez se distinguían primero que nada por desarrollar una filosofía muy clara de juego, y después por llevarla a cabo mediante un estilo de futbol ofensivo, divertido, juvenil y de máxima velocidad. Una inercia defensa-ataque ataque-defensa que volvía muy flexible el medio campo y por ende bastante espectacular el aspecto deportivo en cuestión.
El mundo, entre ellos el aficionado mexicano, de estas épocas se embelesa ante lo que equipos como el Real Madrid o el Bayern Munich, digna semifinal de Champions League 2018 por cierto, desde la velocidad, el volumen y la alta generación ofensiva, la fuerza, y los máximos blasones de la verticalidad y el uso del campo a toda su extensión pueden dar para bien del espectáculo y del arte llamado futbol soccer profesional. La constante llegada del Real Madrid desde atrás, con una sofisticada manera de encontrar resquicios hacia adelante generando muchísimas ocasiones de gol hacen del esquema merengue una sabrosa degustación de un futbol soccer espectáculo de primera categoría, ejecutado con aspectos técnicos de primer orden por parte de un pelotón de futbolistas con los máximos blasones de talento.
En México, ¿Por qué no aprender un poco del Real Madrid por citar un caso?, ¿acaso desde la progresión técnica de los futbolistas y un desarrollo de sistemas de juego, mediante entrenamientos ambiciosos, no se puede gestionar un mejor espectáculo?; en la generalidad el futbol mexicano nos sigue debiendo detalles para endulzar las tardes de sábado y domingo con el mejor caramelo de verdaderas obras teatrales desde los tapetes de grava y pasto en este país.