Recién estamos saliendo de todo lo que nos dejo la final de la Champions League, dirán aquellas personas que no gustan del fútbol “ya se acabo el partido, ya no mas” pero nosotros los amantes de este deporte sabemos que nos deja una cantidad de cosas para analizar y departir.
Quizá una de las cosas que se van a hablar por mucho tiempo es el pésimo partido del arquero de Liverpool, Loris Karius. Lastimosamente para el se llevo todos los reflectores y no por ser el gran salvador, no por evitar la consagración, no por una espectacular salvada que seguramente seria portada de algún medio, lamentablemente su figura sera enmarcada por dos jugadas puntuales que definieron el partido.
Mucho se podrá hablar de estos errores pero lo cierto es que cualquiera que juega como arquero, sabe que esta posición es de amores y odios. Empecemos por definir que el arquero es el encargado de ahogar el grito sagrado del fútbol, el gol. Desde esa premisa el puesto del arquero es demasiado complicado, es un puesto solitario donde sus únicos aliados son los tres palos que seguramente juro proteger en cada partido, es un puesto donde si se sale figura es porque seguramente el equipo jugo mal.
El numero 1 en la espalda que llevan la mayoría de arqueros, quizá signifique que es el primero en pagar, quizá es la forma de reconocer que es el primero en dar orden y tranquilidad al equipo, quizá es el primero en ser ángel o demonio según sea la circunstancia.
Edwin Maldonado