El pasado 10 de julio se cumplió un año de que el portugués Cristiano Ronaldo abandonara la entidad madridista y recalara en la ciudad de Turín y hoy a más de 365 días de su fichaje, o lo que se podría traducir en, a más de 365 pruebas de que el Madrid quedó huérfano de una estrella, el equipo 13 veces campeón de Europa se encuentra de preetemoparada en Montreal con las ilusiones resembradas, expectantes ante la nueva temporada con una plantilla renovada pero sobre todo con las esperanzas puestas en una nueva estrella, su nombre: Eden Hazard
¿Es Hazard esa estrella lo suficientemente brillante que dote de magia a los demás componentes de la constelación? Es probablemente la pregunta que todo madridista debe tener en su cabeza y la respuesta no será revalada hasta ya avanzados en la temporada 2019-2020 pero más allá de todas las especulaciones que se puedan generar antes de llegar a ese punto, es importante recalcar la importancia para el Madrid de tener a alguien como el belga. Jugadores como Hazard se cuentan con los dedos de una mano y ahora el equipo blanco es el afortunado de contar con un fuera de serie como lo es él.
Cristiano más allá de un vacío dejó una huella imborrable en el que ha sido el club más importante del siglo XX y para algunos de la historia, por lo que quizás el deber de Hazard no pasa simplemente por intentar ser ese jugador que acapare todo los medios de comunicación cuando se hable del Madrid (aunque en el camino de su verdadero objetivo es muy probable que también lo consiga) si no labrar su propia historia, y parece tener todos los condimentos para eso, con una figura como Zinedine Zidane en el banquillo, jugadores de calibre mundial en el equipo (y los que faltan por llegar) y sobre todo la ilusión por jugar en donde él mismo ha descrito como: “El equipo de su sueños”