El fútbol es injusto.
Estoy seguro de que esta opinión puede resultar polémica, y no es para menos, sin embargo tengo sobradas razones para pensar que el fútbol es injusto y antes de ser considerado un defecto es la característica más hermosa de este apasionante juego y la misma que hace que termine siendo un fenómeno global incomparable.
Es el principal motivo de que tantos corazones palpiten al unísono cuando la pelota se pone en marcha, con justas razones dado que es un reflejo de la vida misma porque es el deporte más impredecible y es también el deporte donde más posibilidades tiene el equipo débil.
Quizás una de la mayores explicaciones para argumentar la agridulce injusticia del fútbol reside en que es la única disciplina donde la efectividad y el buen juego no necesariamente siempre van de la mano y en reiteradas ocasiones presentan una marcada rivalidad que enriquece aún más está pasión.
Además cuando lo comparamos con otros deportes como por ejemplo el tenis se nota la diferencia. En el tenis, el mejor siempre es el que gana, el mejor jugador es el que tiene más porcentaje de primeros saques, el que más tiros ganadores acumula o el que menos errores comete y sucede igual en el basquet, voley, rugby, hockey, etc.
Es por esto que me fastidia cuando se encasilla al fútbol en un mero hecho de estadísticas porque al hacerlo se le arrebata la esencia primordial del juego y que es también a la vez una de las grandes causas que vuelven a este mundillo tan adictivo y atrayente.
En conclusión el fútbol es injusto pero que triste sería si no lo fuera.