Caracas, Venezuela 1986 contaba con solo 5 años de edad y quería ver en la tele dibujos animados, pero mi papá veia un partido de fútbol y juraba que me dejaría ver mis dibujitos cuando se terminara el partido.
Recuerdo molestarme, hacer cara de enojo y voltear mi mirada hacia el codiciado aparato y ver a un hombre chiquitito de cabello abundante y desordenado, short negro y camiseta azul correr como un loco con un balón en sus pies, sudado, despelucado, avanzaba sin despegar la pelota de sus pies. Dejaba atrás a otros hombres que intentaban pegarle, patearlo, no sabía bien que… Hasta que llego frente al arco pateó y el grito de ¡goooooooollll, golazooooo! retumbó en nuestra pequeña pieza donde vivía junto a mis viejos.
Era el Diego “el pibe” Maradona en el Mundial de México 86 haciendo su épico gol. Mi papá se quedó en silencio (ha sido, es y será fanático acérrimo de Brasil) yo quedé asombrada viendo como se abrazaban, brincaban como locos, casi lloraban y la emoción en la voz del narrador por la tele era algo que jamás había escuchado. Esa fue mi primera experiencia, mi primera mirada al deporte rey.
1989-1990 los Sábados al llegar del trabajo mi viejo prendía su super radio moderna y estrambótica para la época, y escuchaba narraciones de goles, resultados minuto a minuto de La Liga española.
Los Domingos eran días de transmisión por televisión, en el canal 8 del calcio italiano. Mi papá era hincha del AC Milán, los nombres de Van Basten, Rijkaard, Baresi, Gullit quedaron en mi mente y ¡empecé a ver los juegos con mi viejo! Es el AC Milán mi primer equipo, al que sigo por tradición y herencia, el único equipo del que ambos somos hinchas el resto es otro cuento…
Crecí (de tamaño no mucho dice siempre mí viejo) totalmente enamorada de este deporte! Ese al que aparte del cariño especial de una relación padre e hija hasta el día de hoy, le debo mi fantástica relación de camaradería y amistad con mi papá. Ese deporte que me ha regalado alegrías inmensas, risas, llantos, emociones, el compartir con amigos, momentos simplemente inolvidables.
El fútbol ha estado siempre presente en mi vida, y hoy a pesar de los cambios, de la situación del mundo, de esta nueva “normalidad” de ver partidos con estadios sin público, me sigo emocionando, expresando mi opinión, analizando los partidos, viendo los goles, alentando, gritando instrucciones como si me escucharán los jugadores o fuese entrenadora.
Hoy se me salen las lágrimas espontáneamente cuando veo videos del Milán de Sacchi, cuando veo las lágrimas de una selección entera y a su capitán levantando la Copa del Mundo, cuando vi a Messi perder finales con su selección…
¡El fútbol está en mi ADN, en mi vida! Por eso y más, te amo y te amaré siempre Fútbol.
Liliana Rengifo Cuzme