Las princesas juegan fútbol, porque son guerreras, luchan para alcanzar a su príncipe. Derriban muros, hacen hechizos y siempre le ganan a las brujas.
Son princesas porque mamá y papá viven, son los reyes que acompañan las batallas.
Pero entonces ¿ cómo motivar a la mejor princesa del mundo ? La que tiene un palacio, bellos carruajes, un príncipe encantado y herederos corriendo en su jardín.
Esta princesa también tiene miedo, cuando el pueblo le reclama, la copa que todos quieren beber.
Queremos embriagarnos de gambetas, degustar a la defensa, patear a la yegua que nos roba el corazón. Sin importar las consecuencias de la amarilla que nadie quiere acumular.
De eso se trata princesa, de ver la pelota como el sagrado corazón. Que ese corazón tenga cara de amor, de ese que todos queremos lucir y para eso están las amigas, esas hadas que nos hacen brillar.
Que baile el vals con cada uno de los invitados, para que se escuche el grito de la hinchada con su “ole, ole”. Para que los invitados de la otra fiesta se rindan a nuestros pies, mareados de vernos bailar. Para que lo miren desde abajo, como juntos en equipo ponemos el corazón en el altar, derribando a ese guardián que ya nada puede hacer. Para que el dj grite sin aliento el gol para Argentina y explote el país.
Porque hoy nuestra princesa es Messi y la tenemos que cuidar.