El último partido del Barca refleja de manera perfecta lo que ha sido este equipo con Valverde al frente: Un equipo competitivo, pero falto de magia y muy lejano de aquel que a todos nos maravilló durante los últimos años.
Carente de ideas y ajeno por completo al estilo Barca, Valverde triunfa en una liga donde lo único que lo salva es la constancia de un rendimiento plano, sin muchos sobresaltos y menos emociones… Totalmente colgado de los goles y la increíble productividad futbolística de Messi.…
Algo no está bien cuando hay más dudas que festejos…
Y es que es difícil imaginar que Valverde cumpliera 5 jornadas al frente de este Barcelona si no tuviera a Messi. Toda la creatividad del mejor jugador del mundo apenas alcanza para rescatar apretadas victorias ante equipos aparentemente inferiores en todos los aspectos.
Y en la Champions la misma historia. Arrasando hasta enfrentarse a equipos con estilos definidos, con verdadero sentido y pleno dominio del juego colectivo. Ganan en el campo y pierden en el banquillo.
De acuerdo, la liga se ganó por un amplio margen de puntos sobre sus más cercanos competidores, pero queda la sensación de que algo le falta al equipo, de que el título ha llegado más por las carencias de los rivales que por el buen juego azulgrana.
Porque poco queda del estilo amado y conocido. El buen trato al balón ha desaparecido. Los jugadores corren detrás de la pelota porque ahora se valora más el físico que la habilidad y la técnica. Porque se ha renunciado a tener el balón sin haber dominado las artes defensivas, apostando todo a las actuaciones individuales.
Algo no está bien cuando la directiva y cuerpo técnico trabajan en perfecta sincronía… Contra el mejor estilo de juego en el mundo…
Por su parte, Bartomeu pecó de visionario y trató de anticipar el Barca post Messi y decidió derrumbar los cimientos construidos durante largos años de trabajo desde las fuerzas básicas, cambiándolo por una multitud de fichajes, fallidos algunos e intrascendentes los otros.
Debut y despedida de Paulinho, Boateng de paseo, Dembelé de cristal y Coutinho perdido picando piedra… Millones de euros tirados por la borda.
Millones que parecen centavos cuando se le comparan con los dos años perdidos (dilapidados ?) de Messi.
Dos de sus últimos años… Cuánto valen dos años del mejor jugador del mundo?
Algo no está bien cuando la luz de la liga ganada no alcanza a iluminar las sombras de la próxima temporada…
Y así llegamos al final de la función, con récords de diferencia de puntos y abucheos de la afición que superan los millones malgastados. Con jugadores que, como nunca antes, prefieren irse a probar otros destinos antes que seguir siendo parte de esta sinrazón…
Con Ricky Puig soñando con 60 segundos al lado de Messi y Valverde optando por Semedo para proteger el resultado en la fecha 37… Con el título en la bolsa !!!
Con Cillesen pidiendo a gritos su traspaso y con Dembelé lesionado (otra vez).
Con Valverde jugando al míster, sin darse cuenta que él es el míster y que lo de él no es un juego, sino una gran responsabilidad, no cumplida por cierto…
Algo no está bien cuando el campeonato que más ilusiona a la directiva es el del club con mayores ingresos…
El tercer año de esta administración será definitorio en muchos aspectos. O se apuesta a la continuidad en la destrucción del estilo o se corrige el rumbo y se regresa a la esencia que marcó una época en el mundo.
La directiva tendrá que decidir si antepone su idea particular basada en un juego suficientemente efectivo para seguir dominando en La Liga, pero que te deja en ridículo en competencias internacionales, a la del estilo tallado con paciencia y elegancia durante los últimos años… Un estilo fino y delicado que dio vida al mejor equipo de fútbol que se haya visto en los últimos tiempos…
En verdad se acabó la fiesta ?