En la simpática vida de Roosevelt Castro siempre estará presente el otro yo, sin que falte como permanente compañía su famosa creación: la tarjeta verde.
Por lo regular, a este comunicador tolimense, pero más paisa que la arepa, se le conoce como periodista deportivo, jefe de prensa y hasta humorista. Pero en su álter ego (el otro yo) figura de manera recurrente el arbitraje, oficio y pasión que lo llevó a pensar en la práctica del juego limpio como estilo de vida ciudadano.
Como si se tratara del viejo Clark Kent de las revistas de caricaturas y de las películas de hoy, que esconde tras los anteojos y su trabajo como periodista al verdadero Superman, Roosevelt se dio a la tarea de buscarle el empleo adecuado a la tarjeta en tiempos de pandemia, para asumir el papel de Agapito Silva, un riguroso juez central que imparte justicia por medio del código universal del semáforo, el cual está implícito en el uso de las cartulinas amarillas y rojas del balompié como bien inmaterial de la humanidad.
El curtido comunicador que debe su nombre a dos expresidentes de los EE.UU. de apellido Roosevelt, movió sus contactos en plena crisis sanitaria y logró cautivar con la idea de la implementación a Lina Gaviria, de la Secretaría de Cultura Ciudadana de Medellín, para sacar del guardarropa su colorido uniforme de árbitro y así lanzarse a la calle. Tras haber estado guardado por varios meses en casa, acompañando a su mamá Cecilia, dejó sus íntimos linderos, para premiar y estimular el uso del tapabocas o llamarle la atención, de buenas maneras, a quien no lo empleara de forma adecuada.
Roosevelt Castro, en compañía del fotógrafo Walter Urán, visitó tres puntos de la capital paisa, en medio de un panorama de soledad e infinita incertidumbre, pero con la infaltable presencia del público que realizaba actividad física por encima de las circunstancias de la época. Y para lograr el cometido del plan Medellín me cuida y sus estrategias público-privadas de #ColombiaArrancaSeguro y #YoCuidoaMedellín, fueron primero, con los mejores ánimos, a la unidad deportiva de Belén donde se topó con el exfutbolista Robeiro Moreno, quien jugó como profesional en Nacional, Once Caldas y Bucaramanga y que hoy labora en Habilidosos Fútbol club, teniendo frente así, como testigo mudo, la estatua de Andrés Escobar, el caballero del fútbol.
“Ver a un árbitro como Roosevelt en la calle mostrando las tarjetas es algo que no me lo esperaba y esto me causó una gran sorpresa. La metodología escogida me dio una positiva impresión, porque el uso de los tapabocas de forma correcta, es un aporte de cada uno de nosotros al bienestar ciudadano, ya que algunos, infortunadamente, se toman este asunto a la ligera”, anotó Moreno, quien también recibió la tarjeta verde como premio al acatar las normas.
Otros frentes
Roosevelt Castro enseña la tarjeta oficial de la campaña en pro del uso adecuado del tapabocas, teniendo como testigo mudo la escultura de Andrés Escobar, el caballero del fútbol.
La pareja de comunicadores también visitó en su recorrido la base del Cerro de las Tres Cruces, en la parte alta del barrio Belén, y la unidad deportiva Atanasio Girardot, donde tuvieron un agradable encuentro.
“Cuando me lo encontré me sorprendí. De inmediato me mostró y me entregó la tarjeta verde. Fue muy agradable ver que una persona vestida de árbitro hiciera la campaña como una muestra de cultura ciudadana, porque cuidarse uno es cuidar a los demás”, cuenta la tecnóloga en Sistemas de Información, Adriana Patricia Gómez, guardiana especial de la estrategia de Vías Activas y Saludables (VAS), promovidas por el Inder de Medellín, que laboraba ese día en el anillo interior que circunda al escenario futbolero.
Allí en los alrededores del coloso de la carrera 74 y en otros sitios en los que el periodista-árbitro desarrolló las activaciones del Fair Play ciudadano, al verlo llegar ataviado con su traje de silbato, con las tarjetas oficiales de la campaña, -verdes con un emoticón amarillo, luciendo el tapabocas en el anverso, y rojas en el reverso-, y con una pieza publicitaria de Estado de cuidado total, la gente reaccionó en su mayoría de forma positiva. Claro que no faltó quien lo evadiera, para no recibir la tarjeta púrpura como “regalo” por no llevar el barbijo, pero algunas de las personas que abordó lo premiaron con voces de aliento: “usted es el Mockus de la tarjeta verde”, le dijo un señor a manera de agradecimiento.
Otra de las acciones que lo sorprendió fue la de un niño que iba en compañía de sus padres, quien recibió gustoso la cartulina verde de la campaña y reaccionó mostrándosela de vuelta al pintoresco árbitro callejero.
La campaña, cuenta Roosevelt, dio buenos frutos, al repartir más de 800 tarjetas oficiales, con señales de agradecimiento por parte de los ciudadanos, así tuviera algunos tropiezos como el sucedido con una jovencita que le hizo borrar las fotos a su reportero gráfico, porque le había sacado la tarjeta roja, o la molestia que sintió al ver cómo algunos jóvenes andaban por las vías de Medellín sin ninguna clase de protección, lejanos al acatamiento de las recomendaciones y de las normas impartidas por el Gobierno debido a la presencia de la covid-19.
Para su fortuna, el peculiar juez, que estaba protegido con una careta de vinilo y el tapabocas, para evitar el contagio del coronavirus, quedó satisfecho con esta que fue su primera experiencia en el sector público, la que tildó como “una montaña rusa de emociones”. Pero lo verdaderamente importante era sembrar la inquietud en la gente, como parte de esta campaña de autocuidado.
Así Roosevelt Castro saliera esta vez en condición de Agapito Silva, siguiéndole los pasos a Clark Kent y a Superman, por aquello del otro yo, a manera de paladín de la justicia arbitral y la sana convivencia ciudadana, la tarea se cumplió al pasar de las canchas a la calle, dejando tras de sí un gratificante mensaje de civismo, urbanidad y juego limpio con los demás.