La constante rotación de entrenadores en la selección mexicana de fútbol es un problema añejo y factor que perjudica el desarrollo del equipo. La falta de planeación y continuidad en la dirección técnica ha dificultado la implementación de un estilo de juego sólido y una identidad futbolística definida. Cada nuevo entrenador llega con sus propias ideas y metodologías, lo que lleva a cambios constantes en la alineación y tácticas, sin tiempo suficiente para que los jugadores se adapten y desarrollen un juego de conjunto adecuado.
La contundente y humillante derrota por 3-0 (tres a cero) ante la selección estadounidense el pasado 15 de junio, y las deplorables actuaciones de algunos jugadores mexicanos, quienes al verse superados en el terreno de juego optaron por “entrarle a las trompadas”, aunque al parecer también en esto fueron superados, tuvo consecuencias que ya se veían venir, la principal, el despido del argentino Diego Cocca como director técnico del tricolor.
Llega en su lugar Jaime Lozano, cuyo nombramiento como nuevo entrenador ha generado cierta expectación y optimismo. El “Jimmy”, quien anteriormente dirigió a la selección sub-23 y logró la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 teniendo en la nómina actual a la base de aquel cuadro, ha demostrado su capacidad para liderar a equipos jóvenes y obtener resultados destacados. Su enfoque ofensivo y su estilo de juego atractivo han sido elogiados, y se espera que pueda inyectar nueva energía al equipo nacional.
Su primera prueba, con apenas tres días en el cargo, fue superada ampliamente con goleada 4-0 ante el combinado hondureño que como se dice en el argot “no metió ni las manos” y fácilmente pudo llevarse a casa un par de goles más. Es de destacar que el pobre desempeño catracho se combinó con una notoria mejoría en el desempeño de los aztecas; esta vez quienes tenían que defender cumplieron, cuando había que marcar metieron la pierna fuerte y quienes tuvieron oportunidades de anotar, ahora no fallaron tanto. Como por arte de magia se reconciliaron totalmente con la afición, que hasta el repudiado grito homofóbico brilló por su ausencia; así de poderoso resultó el “conjuro” del Jimmy.
El aficionado común se estará preguntando: ¿Cómo es posible que los mismos jugadores que antes dirigidos por Cocca no atinaban a dar un pase bueno, ahora hasta elaboran jugadas de gran calidad? No es que el nuevo entrenador traiga conceptos innovadores ni modernos programas basados en inteligencia artificial, para que en apenas tres días el tricolor adquiriera juego de conjunto, sino que Jaime conoce a la mayoría de los jugadores y simplemente los puso en el sector de la cancha donde mejor pueden desempeñarse para brindar resultados satisfactorios.
Los próximos compromisos, ante Haití y el invitado Qatar, en el papel no presentan mayor problema que los hondureños y es de esperar que el combinado nacional avance como líder del grupo B a la siguiente ronda, donde se enfrentarían al segundo lugar del grupo C, y es posible que se topen a Martinica o Panamá. Eventualmente el grado de dificultad aumentaría al avanzar más en la competencia, pero Jaime Lozano y muchos de sus dirigidos ya han estado anteriormente en instancias parecidas, así que esto no es novedad para ellos.
Por el momento el ambiente en el seno tricolor ha cambiado de manera diametral y donde antes había caras largas y malestar generalizado, ahora el optimismo desborda; es evidente que el Jimmy cuenta con el respaldo y la colaboración del grupo, algo que es de suma importancia no solo en el deporte, sino en cualquier aspecto de la vida.
Sin embargo, es importante recordar que el éxito de un entrenador no depende únicamente de su capacidad individual y la adecuada respuesta de sus dirigidos, sino también del apoyo y la estructura adecuada a su alrededor. La federación mexicana de fútbol debe brindarle a Jaime Lozano las herramientas y el respaldo necesario para llevar a cabo su trabajo de manera efectiva. Esto implica establecer una comunicación fluida, definir una estrategia a largo plazo y fomentar un ambiente propicio para el desarrollo de los jugadores y el equipo en general.
El despido de Diego Cocca y el relevo de Jaime Lozano son decisiones que buscan revitalizar y fortalecer a la selección mexicana de fútbol. Es una oportunidad para realizar ajustes y tomar medidas que permitan el crecimiento del deporte con más seguidores en nuestro país. Los aficionados esperan que este cambio resulte en una selección más sólida y competitiva, que pueda representar dignamente a México en los torneos internacionales. El tiempo dirá si esta decisión fue acertada, pero por ahora, es importante apoyar y darle una oportunidad a Jaime Lozano para que demuestre su valía al frente del equipo tricolor.